21 noviembre 2011

El Buen Fin

Señoras y señores, con ustedes… “El Buen Fin”. Cuando oí hablar de él pensé que era una promoción de cierta cadena de tiendas departamentales, pero no, se trata, según anuncian, de “una estrategia del gobierno y la iniciativa privada para alentar el consumo interno”.


Me parece una idea buena, más allá de las críticas con un tufillo ideológico "neomarxista". Muchos dicen que esto fomenta el consumismo, no lo sé, lo único que si sé es qué, quien se endeude este fin de semana, será única y exclusivamente su culpa, nada tienen que ver las tiendas, ni la iniciativa privada y mucho menos el gobierno, contra le imbecilidad no hay vacuna.
Anuncian también que es el “fin de semana más barato del año”. ¿Barato? Los fines de semana pueden ser largos o cortos, divertidos o aburridos, buenos o malos, pero ¿caros o baratos? El adjetivo no alcanza, no va, no sirve.


El Buen Fin fue (es) un éxito: nunca dudemos de la capacidad de endeudarnos, que tenemos los mexicanos (vía: Humberto Moreira).


¿Cuántas veces no hemos comprado cosas que no sirve para absolutamente nada? Este fin de semana escenas como esta abundaron: “¡Mira ese Topo Gigio de porcelana, está ba-ra-ti-si-mo!”. Que yo sepa, un Topo Gigio de porcelana no sirve más que para estorbar, pero si está a la venta y con rebaja se convertirá en una urgencia necesaria: no comprarlo en el fin de semana más barato del año sería una estupidez.


O tal vez nos veamos tentados a pagar un kilo de tortillas con la tarjeta de crédito (yo lo haría) a 6 meses sin intereses. O que tal compra un coche que están baratísimos, aunque lo paguemos en los próximos 754 meses.


Y es que en la ciudad todo está en oferta, todo el tiempo, salgan y busquen cuantas cartulinas fosforescentes hay, anunciando ofertas: helados, tacos de canasta, cortes de pelo, etc.


El Buen Fin llegó para quedarse, la versión mexicana del Black Friday gringo, fue un éxito, no llego a extremos de ver personas formadas antes de que abran las tiendas, tal vez porque fue la primera ocasión, pero igual, más temprano que tarde, veremos esas imágenes cuasi apocalípticas en nuestro país.